Inclusión laboral

Por: Jaime Esparza Rhénals

En los últimos años Colombia ha mostrado avances notables en materia de inclusión financiera. Hoy, nuestro país se posiciona como el quinto de América Latina con mayor nivel de inclusión con un 26% de nivel alcanzado, lo que representa un aumento de 11% frente al año anterior, según la última versión del Índice de Inclusión Financiera (IIF) de Credicorp. Este dato es más que una cifra, es el reflejo de cómo la transformación digital y la innovación del sector financiero están acercando los servicios financieros a un número cada vez mayor de colombianos.

El aumento de la inclusión financiera no es casual. En los últimos cinco años, hemos sido testigos de cómo la digitalización está revolucionando la manera en que accedemos y usamos servicios financieros. Según este informe, la puntuación de Colombia pasó de 38 puntos en 2021 a 48,3 en 2024, demostrando una tendencia positiva que no solo beneficia a los grandes centros urbanos, sino que también alcanza a las zonas más apartadas del país.

En este contexto, las billeteras digitales son impulsores del cambio. Las nuevas herramientas tecnológicas están permitiendo que más colombianos, que antes no tenían acceso a servicios financieros formales, ahora puedan administrar sus recursos de manera más eficiente. Esto incluye desde pagos electrónicos hasta métodos más ágiles para el ahorro y la inversión. Según un informe de la Superintendencia Financiera de Colombia, el número de usuarios de billeteras digitales en el país ha crecido de 9.1 millones en 2020 a más de 15 millones en el último año, un incremento impulsado por la digitalización acelerada y la necesidad de soluciones de pago más ágiles.

A pesar de los avances, aún existen grandes retos. Según Asobancaria, el 58 % de la población adulta está vinculada al sistema financiero; sin embargo, cerca de 15 millones de personas aún no tienen acceso a servicios formales, especialmente en zonas rurales y entre sectores vulnerables. Es aquí donde entran nuevos actores en este ecosistema, como las fintech y las cooperativas, capaces de ofrecer soluciones a problemas específicos que los bancos tradicionales no siempre logran abordar, como créditos de bajo monto, facilidad en pagos y herramientas de educación financiera digital para poblaciones desatendidas.

Así mismo, nosotros como empresarios de la industria debemos optar por impulsar la innovación y tecnología para promover la inclusión financiera y reducir las brechas en comunidades que tradicionalmente han quedado al margen del sistema financiero. En un país como Colombia, donde la informalidad laboral y la falta de infraestructura digital aún afectan a grandes segmentos de la población, las soluciones tecnológicas se convierten en agentes de cambio. A través de alternativas como billeteras digitales, microcréditos y plataformas de pago disponibles desde teléfonos móviles, podemos proporcionarles a millones de personas la posibilidad de gestionar sus finanzas de manera eficiente. Esto además de mejorar la calidad de vida de estas comunidades, promueve un mayor dinamismo económico, permitiendo que pequeñas empresas y emprendedores locales accedan a oportunidades que antes les eran negadas. Al integrar componentes de educación financiera, plataformas digitales y la personalización de productos para segmentos específicos, como mujeres, jóvenes y trabajadores informales, estamos apostando por aportar a la bancarización de millones de personas. Este enfoque inclusivo democratiza el alcance a servicios financieros a la vez que empodera a las comunidades más vulnerables, brindándoles las herramientas para tomar mejores decisiones económicas y, a largo plazo, cerrar las brechas de desigualdad que han perpetuado la pobreza y la exclusión.

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